No es la primera vez que ocurre y seguro que no será la última, pero cada vez que pasa lo sentimos profundamente por el enfermo con demencia que no es preguntado ni consultado, ni siquiera se toma en consideración sus gustos o forma de vida.
Cuando en el Alzhéimer o cualquier otra demencia aparecen los síntomas mas disruptivos es cuando el entorno se alarma y empieza a tomar decisiones. Nos entra entonces mucha prisa en solucionar la situación o «papeleta» que tenemos.
En tu casa o en la mía. Un Centro de Día. Una residencia.
¡Hay familiares que en una semana toman las tres decisiones!
– Lunes, en mi casa. ¡Que va, imposible! No pegó ojo en toda la noche.
– Martes, en la tuya. La que no ha pegado ojo he sido yo.
– Miércoles. Contratamos a una señora que se quede con ella. Ops. ¡La ha echado de casa!
– Jueves, ¡un centro de día! Me dijo que no quería volver que la había abandonado.
– El sábado. ¡Menudo sábado!
– El domingo busco una residencia. Ah, sí: esta que me queda cerca de casa.
– El lunes la llevo a la residencia.
No estamos exagerando. Cualquier decisión que se tome ha de ser meditada y pensada.
En tu casa o en la mía.
Un cuidador profesional. Un centro de día o una residencia.
Que la que tomemos sea la mejor para todos.
Todas pueden ser buenas o no.
Pero PENSADA Y MEDITADA.
POR FAVOR.
«MI MARIDO NO TIENE ALZHÉIMER…TIENE DEMENCIA»
O “mi madre tiene Alzhéimer pero no tiene demencia.»
Ayer por la mañana entró una persona por nuestro centro a solicitar información. Su cara reflejaba una mezcla de nerviosismo y preocupación. En sus manos, un informe neurológico de su marido aconsejaba la estimulación en un centro de día.
Lo primero que me dijo es que su marido tenía Alzhéimer pero que de ninguna manera tenía demencia. Le horrorizaba pensar que su marido era un demente y no hacia mas que repetírmelo una y otra vez.
Esta situación no es la primera vez que nos pasa. Más a menudo de lo que parece y con más frecuencia en el sentido contrario. Me explico: «mi marido tiene demencia senil y de ninguna manera tiene Alzhéimer».
Unas veces es la palabra «Alzhéimer» la que nos horroriza y otras veces es la palabra «demencia».
La demencia es un término genérico que agrupa a todos los trastornos crónicos en que se da un deterioro generalizado de las facultades intelectuales, en personas que previamente han tenido un desarrollo intelectual normal, lo que nos sirve para distinguir estos procesos de los retrasos mentales.
Además del deterioro intelectual, hay cambio en el humor y la conducta, que no siempre está claro si son concomitantes o causados por ese deterioro intelectual. Todas las demencias tienen una causa de fondo que es el deterioro cerebral, específico para cada enfermedad. Ese deterioro específico también suele producir signos o síntomas más o menos específicos que permiten muchas veces presumir la causa de la demencia, porque el diagnóstico absolutamente seguro sólo se obtiene examinando directamente el cerebro, lo cual sólo es posible en la autopsia o en una biopsia, que no siempre es recomendable ni fiable.
La enfermedad de Alzhéimer, concretamente, se debe a un cambio bioquímico que se da en la corteza cerebral, lo que produce la acumulación de ciertas sustancias que resultan nocivas para las neuronas, las células de la corteza. Otra demencia, muy frecuente también en personas mayores, es la demencia vascular, o multinfarto, producida por un deterioro de las arterias cerebrales que hace que pequeñas zonas del cerebro mueran ante la falta de aporte sanguíneo. Aparte de estas dos más frecuentes, hay otras muchas causas de demencia, como algunos casos de la enfermedad de Parkinson, la corea de Huntington, hidrocefalia, tumores y hematomas cerebrales, infecciones, etc.